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Naufragio del Valbanera


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El naufragio del Valbanera

La noche del 9 al 10 de Septiembre, se cumplió 85 años del naufragio del trasatlántico español Valbanera en 1919. Perecieron ahogadas 488 personas entre tripulantes y pasajeros, en su mayoría emigrantes canarios. Sus restos no fueron localiza dos hasta el día 19 de ese mismo mes por el guardacostas de la Marina de los Estados Unidos USS C203 en Half Moon Shoal (Bajos de la Media Luna). De la superficie del agua sólo asomaban los pescantes de babor de la toldilla de popa y el mástil de popa. El buque se encontraba a 12 metros de profundidad reposando sobre su costado de estribor. No había ni rastro de los 488 pasajeros y tripulantes que se habían hundido con el barco. Dichos restos aún son visibles cuando baja la marea en el extremo oriental de los Cayos de la Florida. El Valbanera era un buque de casco de acero de 5.099. toneladas brutas y 131,90 metros de eslora. Había sido construido en Glasgow en 1906 y alcanzaba una velocidad de crucero de 12 nudos. Podía transportar poco más de 1.200 pasajeros, de hecho cuando zarpó de Santa Cruz de La Palma, último puerto de escala antes de cruzar el Atlántico, había a bordo 1230 entre pasajeros y tripulantes. El buque, al mando del Capitán Ramón Martín Cordero, zarpó de Barcelona el 10 de Agosto de 1919 donde sólo consta que embarcaron balas de tejidos, pero ningún pasajero. El 13 zarpó de Málaga con varias partidas de vino, frutos secos y aceitunas y 34 pasajeros, uniéndose a ellos 521 más en el Puerto de Cádiz un día después. El 17 de agosto de 1919 llegó a Las Palmas, donde embarcaron 259 pasajeros; 212 hicieron lo propio en Tenerife al día siguiente y el 21 del mismo mes 106 pasajeros más se unieron al pasaje en el Puerto de La Palma. La escala de este buque de pasajeros de Pinillos e Izquierdo, había sido avisada a través del periódico tinerfeño La Prensa el 24 de Junio de 1919 con la siguiente publicidad:

El moderno y rápido vapor de dos hélices y ocho, mil toneladas Valbanera, pasará por este puerto con destino a los de Santiago de Cuba y Habana en la primera quincena de Julio próximo, admitiendo pasajeros y carga, debiendo dirigirse las solicitudes de hueco con la oportunidad debida, al agente de la Compañía en esta Plaza.

Cuando salió de este último puerto con destino a San Juan de Puerto Rico, Santiago de Cuba, La Habana, Galveston y Nueva Orleans había a bordo 1142 pasajeros y 88 tripulantes. Al virar la cadena del ancla en el puerto de Santa Cruz de La Palma, se rumoreó que había perdido dicha ancla. Esto era considerado de mal agüero por los marineros de la época. Tras hacer escala en San Juan de Puerto Rico, el Valbanera llegó a Santiago de Cuba, donde realmente empieza el misterio que rodea el naufragio del barco. La mayor parte de sus 1.152 pasajeros tenía billete hasta La Habana, pero por diversos motivos desembarcaron en Santiago 742, lo que sin duda les salvó la vida. En su momento se habló de presagio o premonición, pero las causas tal vez fueron más prosaicas: el lugar de trabajo de muchos emigrantes se encontraba más cerca de Santiago que de La Habana; otros piensan que simplemente se trató de una coincidencia. El mismo día 5 zarpa el Valbanera hacia La Habana con 488 personas a bordo ¿Sabía el Capitán Cordero que se estaba formando un huracán en el Golfo? Probablemente no, porque los métodos de predicción meteorológica de la época no se asemejaban ni remotamente a los actuales.


El huracán


El día 9 por la noche, los vigías del Castillo del Morro, a la entrada del canal que conduce hasta el puerto de La Habana, distinguieron en medio del viento huracanado, las luces de barco que pedía práctico por medio de una lámpara morse. Pese a que desde el atardecer de ese mismo día se había encendido la señal que indicaba que el puerto estaba cerrado, los vigías encendieron una nueva señal luminosa. El capitán del Valbanera indicó también por medio de señales del sistema morse, que intentaría capear el temporal en alta mar hasta que amainara. No volvió a haber noticias del barco hasta que fue localizado por el pequeño guardacostas norteamericano. Parece probable que el Valbanera naufragase sobre las 23:00 horas del día 9 posiblemente quedó sin gobierno por avería en la máquina y el timón y la fuerza huracanada del viento y la mar lo arrojaron sobre un bajo arenoso en Half Moon Shoal. Al embarrancar volcó sobre el costado de estribor y fue cubierto por las olas embravecidas. Con anterioridad probablemente había perdido la antena de la telegrafía por lo que no pudo emitir ninguna señal de socorro. No hubo supervivientes, ni testigos ni se hizo ninguna investigación oficial. Cuando los pasajeros desembarcados en Santiago supieron la triste noticia, se apresuraron a escribir a sus familias en España y Canarias para comunicarles que se encontraban a salvo. Las informaciones sobre el naufragio del Valbanera llegaban con cuentagotas desde Cuba y Estados Unidos. Se sabía que muchos pasajeros habían desembarcado en Santiago pero las autoridades se negaban de manera incomprensible a facilitar la lista de pasajeros desembarcados en esa ciudad. La angustia de los familiares se prolongó durante meses. Algunos de los pasajeros declararon posteriormente que desde su salida de La Palma, el Valbanera presentaba una pronunciada escora a estribor, que se mantuvo incluso al abandonar Santiago rumbo a la tragedia.


Víctimas por gripe en un viaje anterior (julio 1919)


Como dato interesante sobre la desgracia que se abatió sobre este trasatlántico, hay que indicar que aquéllos eran los tiempos de la tristemente célebre gripe española o Spanish flea con que la conocían en los países anglosajones, y la prensa de la época se hizo eco de los viajes realizados a Cuba por los vapores Cádiz y Barcelona, que con varios enfermos a bordo habían hecho escala en el Puerto de Santiago de Cuba lo que obligó a tomar toda una serie de medidas sanitarias para evitar la expansión de la epidemia. El 16 de Julio de 1919, la prensa española se hizo eco de la muerte de varios emigrantes a bordo del Valbanera. En La Habana habían embarcado 1.600 pasajeros, cuando el buque tenía una capacidad máxima para 1.200. Durante la travesía de regreso a España, varios de ellos fallecieron y hubo que arrojarlos por la borda. Centenares de emigrantes viajaron hacinados en cubierta durante los 14 días que duraba la travesía hasta Las Palmas, que era el primer puerto donde haría escala en su viaje de retorno desde Cuba. Dicha travesía se desarrolló en unas condiciones climatológicas adversas y cuando el 16 de Julio el Valbanera atracó en Las Palmas, la reacción no se hizo esperar. Se pidió el procesamiento del capitán y del médico y en los periódicos insulares se podía leer comentaros como el siguiente:

Pueblos que consienten sin protestar que vuestros hogares se vistan de luto y vuestros seres queridos perezcan víctimas de las epidemias de los barcos de Pinillos, son pueblos muertos que deben desaparecer.

El capitán del Valbanera fue destituido, según algunos testimonios, por denunciar a la empresa y, según otros como cabeza de turco. Lo cierto es que el mando del Valbanera pasó al Capitán Ramón Martín Cordero de 34 años que hasta entonces había mandado los vapores Conde Wilfredo y Balmes.

Incendio en la Palma


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Controlado el incendio de La Palma tras arrasar 2.700 hectáreas

Tras arrasar 2.700 hectáreas desde la noche del pasado viernes, el incendio en la isla de La Palma ha quedado controlado definitivamente, según ha informado el Gobierno de Canarias. Los 4.000 habitantes de Fuencaliente y Mazo, los dos municipios más afectados, han regresado ya a sus casas tras haber sido desalojados en los últimos días.
"Hace cinco minutos he suscrito la orden por la que damos por controlado el incendio declarado en los municipios de Mazo y Fuencaliente en la isla de La Palma. Como he reiterado en muchas ocasiones, controlado representa que el fuego no tiene condiciones de prosperar y que está acotado totalmente en un perímetro", ha asegurado el consejero de Presidencia, Justicia y Seguridad del Gobierno de Canarias, José Miguel Ruano, durante una comparecencia pública a las diez y media de la mañana. El consejero ha explicado que la zona afectada por el fuego es preferentemente pinar aunque también hay muchas zonas agrícolas.

Las autoridades confiaban en que las condiciones climáticas previstas para hoy, con un descenso de las temperaturas y probabilidad de lluvias, iban a favorecer los trabajos para sofocar las llamas. El foco que continuaba activo esta mañana y que es el último que queda por controlar se situaba en la montaña de La Horqueta, en el municipio de Mazo. La investigación sobre las causas del incendio se centra en la hipótesis de que se debió al lanzamiento de unos fuegos artificiales. Durante tres días, unas 500 personas y once medios aéreos han participado en las labores de extinción de este incendio.



Ayudas a los afectados

En una reunión extraordinaria celebrada ayer, el Consejo de Gobierno de Canarias aprobó un decreto de ayudas a los afectados por el incendio forestal, que incluye un apoyo de emergencia de hasta 8.500 euros para las familias cuyas viviendas han sido dañadas. Además, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anunció el pasado domingo, tras visitar la zona, que en el próximo Consejo de Ministros se aprobarían más medidas de ayuda a los afectados.
Las autoridades de La Palma han llamado a los agentes turísticos para que no se cancelen las reservas contratadas para el verano, puesto que las principales zonas de recreo no han resultado afectadas por el fuego.












Emigración Canaria a Santo Domingo


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El primer jalón de la política pobladora dominicana fue la fundación en las afueras de Santo Domingo de San Carlos de Tenerife en 1684. Aunque al principio tuvieron dificultades, fueron afectados por las epidemias y tuvieron que cambiar su ubicación, prosperó como centro abastecedor de productos agrícolas a la capital. Desde 1690 en que 25 familias fueron agregadas a la población de la segunda ciudad del país, Santiago en el fértil valle norteño del Cibao, los canarios se dirigirán hacia la región fronteriza y septentrional del país, auspiciados por la política gubernamental de servir de freno a la ocupación francesa y estimulados por las ventajas de las ventas de ganados y tabaco en el Santo Domingo Francés. Eje cardinal de la expansión en la región fronteriza fue la fundación con familias canarias de la villa de Hincha en 1704. Años había tenido lugar la de Banica. Vertebró en torno a sí el dinamismo de una región cuya base de crecimiento era precisamente ese intercambio. La demanda de ganado se convirtió en el mayor incitador a su crecimiento. A ella se le uniría en 1733 la de San Juan de la Maguana con hateros próximos, vecinos de Azua e isleños dispersos. Conjuntamente con el impulso poblador de Hincha se inicia la del valle del Cibao. En la década de los treinta fue de tal calibre que su principal ciudad, Santiago, llegó a contar con una compañía de milicias isleñas. Esa colonización interior favoreció la formación de un campesinado blanco o mulato claro en áreas de intenso predominio isleño como La Vega o Moca, los llamados monteros, símbolos rurales de la nacionalidad dominicana.

A partir de 1730 su despegue económico se ve por fin estimulado por la Corona que decide invertir gruesas sumas para la colonización con canarios de áreas vacías Financia buena parte de los pasajes de las familias, puesto que otra parte corre a cargo de los navieros, que debían de transportar gratuitamente cincuenta por cada mil toneladas desde 1678, y la totalidad del costo de su instalación. Ya no se emigra por urgencia rumbo a lo desconocido emigrantes sin vínculos en Indias, de áreas e islas sin tales tradiciones. Se divisa mejores posibilidades de futuro. Familias jóvenes, mujeres desarraigadas con hijos inician esa aventura. Su eje será Puerto Plata y Montecristi en el norte y la Península de Samaná en el NE. La frontera siguió creciendo con el reforzamiento de Azua, la fundación de Neiba Las Caobas, Dajabon y San Rafael de la Angostura En 1768 tiene lugar en el sur de la de Baní, un auténtico paréntesis étnico en un sur de predominio mulato. Su extraordinario impacto se puede apreciar en su vertiginoso crecimiento entre 1740 y 1760 que llega a doblar su población, que pasa de los 25-30.000 habitantes a los 52-55.000, con un mayor énfasis en las áreas de colonización canaria. La media de miembros por familia era de 6´25. Su alta tasa de natalidad explica que alcanzase los 100.000 habitantes a comienzos de los 90.

Emigración Canaria a Cuba


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Emigración Canaria a Cuba
La emigración canaria a Cuba fue cuantiosa y sostenida, tanto que puede considerarse una de sus principales raíces culturales y etnográficas. Hoy no es raro el canario que tiene familiares en Cuba, y menos raro el cubano que lleva un apellido guanche. Porque los descendientes de aquellos emigrantes canarios del XVII poco tardaron en considerarse cubanos de pura cepa. Después de 1882 llegaron al continente americano más de tres millones y medio de españoles. Las fuentes españolas reflejan un cifra menor debida seguramente a la emigración clandestina para eludir el servicio militar o por la falta de documentación en regla. Después de considerar los retornos la pérdida final de población apenas supera el millón de habitantes. Entre 1835 y 1850 Macías Hernández considera que al menos 50.000 isleños emigraron, de los que casi un tercio se dirigen a Cuba. Si el censo de 1846 recogía la presencia de 19.759 canarios en la Isla, el de 1862 los eleva a 45.814, a pesar del descenso en la corriente emigratoria canaria a partir de mediados de siglo. Nuevamente reactivada a fines de la década de los setenta, más de 60.000 canarios emigraron hasta el inicio de la guerra de independencia cubana. La diáspora se prolongó en los primeros decenios de la centuria, hasta que en la década de los veinte se produce una inversión de la corriente, superando los retornos a las salidas. Si Cuba fue el principal destino canario, esta realidad adquiere más fuerza cuando hacemos referencia al emigrante palmero. En el bienio 1913-1914 Cuba acogía entre el 84,9 por 100 y el 87,3 por 100 de los emigrantes salidos por el puerto de Las Palmas, entre el 87 y el 87,2 por 100 de los que parten de Tenerife y entre el 99,2 y el 99,9 de los que embarcan en Santa Cruz de La Palma. De los 4.677 pasajeros considerados como emigrantes que parten en 1914 de Canarias, un 40,5 por 100 lo hacen del puerto de Tenerife, un 31,6 por 100 de Las Palmas y un 27,9 de La Palma. Para 1915 la cifra se elevaba a 6.713 pasajeros, pero los porcentajes habían variado: un 38,4 por 100 tienen como punto de embarque Tenerife, un 44 por 100 Las Palmas y un 17,6 por 100 La Palma. Las condiciones de emigración del común de los españoles fueron muy diferentes de las de los canarios. Tras "pacificar" las islas, y en prevención de posibles rebeldías, los Reyes Católicos ordenaron el traslado de grupos de población nativa guanche a las nuevas colonias de América. En lugar de llegar como colonos o soldados, los isleños, como se los conoce en Cuba, lo hicieron como mano de obra para las plantaciones de caña de azúcar. Los pobladores de Cuba de origen canario llevaron consigo sus devociones tradicionales. Así, el culto a la Virgen de la Candelaria, surgido en Tenerife en el siglo XIV, inspiró la construcción de una ermita en Guanabacoa. Los propios canarios fueron quienes, en el siglo XVIII, la convirtieron en la hermosa iglesia de Santo Domingo. La influencia canaria en la cultura cubana actual es muy notable. A ella se debe la pronunciación peculiar del castellano en Cuba, y la preferencia por formas poéticas como la décima campesina. La improvisación, el punto guijarro o "repentismo", una persistencia de las fiestas campesinas o guateques y las famosas parrandas o Charangas. En ciertos lugares ha sido especialmente destacado el papel de los inmigrantes canarios. Entre ellos: Güira de Melena, Jaruco, Matanzas, San Juan y Martínez en Pinar del Río, Cabaigüan de Sancti Spíritus, Guanabacoa, San Cristóbal de La Habana, Jesús del Monte, Santiago de las Vegas, Bejucal, Santa María del Rosario y Remedios. Familias enteras y sucesivas generaciones pudieron emigrar a Cuba. Para ellos, el mar, más que un elemento de separación, lo ha sido de unión. Eran intereses más de tipo familiar o social lo que les movía en esta aventura. Los canarios fundaron las ciudades de Matanzas, Vuelta Abajo, Sagua, San Carlos de Nuevitas, Manzanillo y Santiago de las Vegas. Entre los canarios ilustres se encuentra Leonor Pérez, la madre de Martí, que ha dado nombre a la Asociación Canaria de Cuba. La emigración canaria constituye una de las facetas más destacadas en la historia insular. La significada aportación de los habitantes de Canarias al acervo sociocultural de las tierras americanas queda fuera de toda duda, pues varias generaciones de isleños cruzaron el Atlántico rumbo a América. Este desplazamiento secular y su integración en los diferentes países receptores constituyó un elemento importante en la configuración social canario-americana.
Emigración femenina
Las mujeres conformaron también un grupo migratorio importante, sin embargo, la historiografía ha desestimado la emigración femenina, aunque ocupó un papel especial y desempeñó un mito entre las mujeres que sufrían las penurias económicas de la época. Se trataba de mujeres jóvenes, en su mayoría solteras que buscaban un acomodo y un bienestar que no les ofrecía su tierra. En general, se trataba de personas con capacidad laboral plena. El bajo nivel cultural y su origen humilde caracterizaban su status social, marchaban para probar suerte con el deseo de mejorar sus condiciones socioeconómicas.

Éxodo de isleñas
Según informa las estadística de emigrados con especificaciones del sexo, para el siglo XIX , de un total de 23.592 personas, 6.880 eran mujeres y 16.712 eran hombres. Tales cifras representaban un 29.16 por ciento de mujeres frente a un 70.83 por ciento de hombres. Aunque el número de emigrados fue significativamente superior a las emigradas y numéricamente la emigración masculina equivalía a más del doble de la femenina, si se compara con la emigración de la España peninsular o con la de otros países de tradición migratoria resulta bastante elocuente el éxodo de las Canarias. Especialmente si tenemos en cuenta que para el caso cubano hubo migraciones exclusivamente masculinas, como fue el caso del pueblo chino. Asi por ejemplo, entre 1818 - 1839 de un total de emigrantes de 21.184, el número de mujeres fue 5.971, lo cual representaba el 28,18 por ciento. Entre 1832 - 1845 la salida de mujeres con destino a Venezuela, representó el 36,54 por ciento del total de los adultos emigrados. El caso de Uruguay entre 1840 - 1844 supuso el 41,3%. Asimismo la presencia de mujeres isleñas en Cuba ascendió en los años 1846 y 1860 según reflejaron los censos cubanos.

También hubo emigración clandestina femenina, que burlando los controles oficiales llegaban de manera ilegal a los países hispanoamericanos. La participación femenina se incrementó a lo largo del siglo; igualmente, aumentaron los grupos familiares donde, indudablemente, la presencia de las mujeres era un hecho. En cuanto a su nivel cultural, las mujeres ofrecen un porcentaje más alto de analfabetismo que los hombres, con lo cual queda patente el alto saldo de analfabetismo femenino. El perfil cualitativo de las isleñas que emigran para América revela un alto porcentaje de iletradas. Se trata de población adulta que nunca asistió a la escuela primaria, que participó poco en ella o estuvo mal escolarizada. La emigrante no marcha para mejorar su condición cultural, sino buscando una salida socioeconómica, intentando superar el mal endémico de crisis agrícolas continuadas y las escasas expectativas que le ofrece su terruño.

Tráfico de Mujeres Canarias
Las isleñas, ilusionadas con la esperanza de alcanzar la posición socioeconómica que su tierra natal le negaba, eran víctimas de las especulaciones de quienes se dedicaban al tráfico del género humano. En efecto, resultó un lucrativo negocio trasladar mujeres canarias a Cuba, pues muchas fueron engañadas por la compañías de embarque, ofreciéndoles falsas expectativas laborales. En ocasiones, ante las escasas alternativas laborales, la mujer isleña de forma voluntaria trabajaba como prostituta. Es cierto que la mayor parte de las veces por engaño y las menos por su propio consentimiento, las isleñas eran destinadas a la prostitución. Además muchas de ellas fueron vendidas como esclavas, subastadas como mercancía, en el muelle de la habana y destinadas a los prostíbulos tanto de la capital como del interior, con lo cual se practicó la trata de blancas. En 1855 el secretario de la Junta de Fomento de La Habana denunció que "se ven muchachas que ni noción tienen de sus deberes religiosos y que, según todas las apariencias, darían nuevo alimento a la prostitución de Canarias tan abundante es estas islas". La contratación de mano de obra isleña era rentable. La explotación de las mujeres canarias como prostitutas en Cuba se podría considerar un sector de ocupación fundamental en el siglo XIX y en primeras décadas del XX. En 1855 estaban registradas en La Habana 200 casas de prostitución con un total de 651 meretrices, el 90% mujeres de color, extranjeras, peninsulares y canarias. Así lo confirma el historiador Hugh Thomas, indicando que en los burdeles en La Habana trabajaban muchas mujeres canarias. Sin duda, el tráfico de mujeres canarias y su explotación sexual en América fue una realidad, siendo víctimas de las especulaciones del género humano. No obstante, otras mujeres a través de la emigración mejoraron su situación socioeconómica. El esfuerzo laboral y la capacidad de ahorro se tradujo en un aumento del nivel adquisitivo y por lo tanto en un ascenso en el grado socioeconómico. Así superaban el estadio de pobreza y miseria que generó la crisis económica en la que se vio inmersa Canarias, pero raras veces se refleja en el incremento del nivel cultural. Teresa González Pérez, Catedrática de la Universidad de La Laguna Publicado en La Opinión (19/05/02). "Abandonaremos nuestra Patria y nuestra parentela porque ha dominado nuestra tierra un dios estéril". (Códice nahualt) Me voy porque la tierra, el pan y la luz ya no son míos. (León Felipe).

Emigración Canaria a Venezuela


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La emigración canaria a Venezuela
Desde el descubrimiento de América, enrolarse y buscar en el nuevo continente solución a las penurias que normalmente se sufrían en las islas -sequía, hambre, falta de trabajo...-, eran factores contundentes para lanzarse a la aventura. Si primero fue Cuba, Santo Domingo y Puerto Rico, más tarde fue México, Argentina, Uruguay y Venezuela. Tanto los monarcas como los representantes de España en América se interesaron por llevar canarios para establecer poblaciones adeptas a la Corona en las nuevas tierras. De allí salieron las expediciones apoyadas por España a San Antonio de Texas y algunos grupos de unas decenas de familias que formaban poblaciones en los despoblados territorios.




Reparto de tierras

En Venezuela, a instancias del Marqués de Mijares, una treintena de familias canarias fundaron el actual Estado Miranda, San Antonio de los Altos, a pocos kilómetros de Caracas (unos 10) y tras deliberaciones con pobladores indígenas que reclamaban aquellas tierras, la justicia determinó que eran de los emigrantes traídos para su explotación. Curiosamente se constituyó una comuna, donde todos trabajaban para un fin colectivo, menos el cura, que se ocupaba de su misión religiosa. El reparto equitativo duró hasta que un día el dictador Juan Vicente Gómez quiso comprar tierras y fue imposible encontrar dueños. Posteriormente, a principios del siglo pasado, alguien necesitaba un préstamo y no encontró documento de propiedad de lo que venía explotando como terreno colectivo de los descendientes de aquella población que desde tiempo venían mimando como propiedad indivisa. Las ofertas de los dictadores, desde Páez hasta Cipriano Castro, Juan Vicente Gómez, etc., que reconocían por escrito que los canarios eran una población trabajadora, hacendosa y honrada, propia para cubrir la demografía del extenso territorio venezolano (1.000.000 de kilómetros cuadrados aproximadamente) fueron desoídas por la gente del Archipiélago, que prefería ir por libre y a la aventura. Por eso pasó Santiago de Cuba y de La Habana, de Santo Domingo y fue más allá, a La Guaira, el puerto de Caracas promisora, de la Venezuela feraz y de los cultivos de café y cacao, el puerto de contrabando de moda, hasta que llegó el establecimiento de la Compañía Guipuzcoana. Fue Venezuela el lugar de preferencia de tanto canario que salía a buscar fortuna. A tal extremo llegó el movimiento que cuando alguien faltaba un par de días por nuestros pueblos, se solía decir: "Otro para La Guaira". En el litoral central se quedaron muchos de los primeros emigrantes, ya que había terrenos para la explotación agrícola en los alrededores, muchos subieron a Caracas por el camino de los españoles, que cubría hasta mil metros de altura los cerros de El Avila, para entrar por La Pastora a la que vendría en llamarse por su buen clima y sosiego "la sucursal del cielo", nombre que compartía con el de "La sultana de Avila" y a la que más recientemente Arturo Uslar Pietri llamara "La ciudad de los techos rojos".


Ocupaciones

Los canarios atendían la tierra y establecieron granjas de ganado y, posteriormente, acudieron a la industria -panaderías, queserías, molinerías... También se dedicaban a las verduras, hortalizas y frutales, que si bien en un principio repartían los mismos cosecheros, luego se dio paso al isleño con su mulo y su carrito llevando por los barrios los más variados frutos de su cosecha. Una era de apogeo fue el segundo cuarto del siglo pasado, donde el reparto de variedad de productos y actividades hicieron famosa a la colectividad canaria, bien apodada "los isleños", que tomaron fama de gente honesta y laboriosa. No era, ni es lo mismo, para el venezolano, un peninsular que un isleño, y sus virtudes y sencillez le dieron la garantía de una buena acogida por los establecimientos de años que confiaron en darles tierras en arrendamientos, a medias o vendidas. Los primeros emigrantes se quedaban en puntos cercanos a La Guaira, lo que constituye el litoral central; luego fueron cubriendo zonas internas, como San Antonio de los Altos, los Teques, Cagua, y llegaron hasta los estados de Carabobo, Guárico, Lara, Yaracuy... donde todavía existen los mayores núcleos de población de ascendencia canaria.

Siglo XX

Oficialmente se dice que la época de mayor emigración fue la década de los años cincuenta, y en especial para el canario que tuvo motivaciones especiales, terminada la Guerra Civil (1936-39). Comenzó la Segunda Guerra Europea, y terminada ésta, el bloqueo impuesto a Franco por las naciones vencedoras. Consecuencia de la marginación, se vivieron años trágicos y de incertidumbre en el Archipiélago y la válvula de escape, como tantas veces en épocas anteriores fue ir más allá, a la promisora Venezuela. El descubrimiento del petróleo, los nuevos precios obtenidos a través de países Exportadores de Petróleo (OPEP) y el optimismo que se respiraba en el país con un futuro prometedor, llevó una ingente cantidad de canarios a la tierra de Bolívar, que apenas tenía un siglo de independencia y fue meta de ilusiones y lugar donde se rehabilitó el isleño en trabajo e incluso hasta en fortuna, que si bien no era cuantiosa, fue la base de un progreso muy perceptible en Canarias con las ayudas del flujo de divisas a los familiares. Este hecho se notó en un resurgir de la industria de la construcción y en la reparación y mejoras de las viejas instalaciones agrícolas y viviendas. La década de los 40 había sido de difícil y acuciante salida de Canarias, problemas para obtener pasaportes y visados, imposibilidad de contratos... se superaron con la emigración clandestina. Casi sin documentos, hacinados en velero de corta eslora, forjaron las odiseas más increíbles de la emigración canaria. Las estadísticas señalan que en el año 1954 llegaron a Venezuela 74.000 emigrantes oficialmente, pero esa cifra era rebasada por los canarios que no iban contratados, sino como transeúntes, turistas o como simples visitantes y se quedaban en el país junto a padres y familiares, nacionalizándose para tener derecho al establecimiento comercial e industrial. Se cifró en aquellos años en más de 150.000 los canarios dispersos en todo el país hermano. La mejoría de Canarias y de España en la década de los 70, estimuló el retorno de muchos residentes de años en Venezuela, que se mostraba como un país sin los avances de décadas anteriores. Un descalabro económico sufrido a principios de los años 80 motivado por la devaluación de la moneda, colmó la incertidumbre del país más próspero de América.




Integración y participación canaria

La presencia de los canarios en la llamada "Tierra de Gracia" se remonta a los primeros años de la llegada de los europeos. En primer lugar hay que resaltar la figura del herreño Francisco de León, precursor de la independencia en 1749, a raíz de una sublevación que se oponía al monopolio que, en comercio exterior, ostentaba la Compañía Guipuzcoana, cuyo bello y noble edificio, que recuerda la arquitectura insular, aún puede admirarse en el Puerto de la Guaira. Venezuela en el siglo XVIII tuvo una enorme prosperidad, lo que le permitió un desarrollo destacado, incluso en el terreno de las bellas artes, y tener una gran autonomía del Virreinato de Santa Fe, con una población en el año 18*8, según datos de Humboldt que comenta el historiador Guillermo Morón, de 900.000 habitantes, de los que 12.000 eran "blancos peninsulares y canarios". El monopolio comercial de la Real Compañía Guipuzcoana encuentra, desde su creación en 1728, un decidido rechazo, que se manifiesta "en sublevaciones como la de Andresote (1730-1732), en los valles de Yaracuy, y principalmente de Juan Francisco de León, en Panaquire, cerca de Caracas, que se alza con los campesinos y el apoyo de los hacendados, toma Caracas y casi da un golpe de Estado en 1749, lo que le convierte, por las razones que le mueven y a quienes le ayudan en un claro precursor de la independencia. De León murió en Cádiz en 1572 sin llegar a ver la independencia. El canario, en mayor o menor número ha sido un elemento importante en la conformación histórica de Venezuela.


"A nadie hoy se le esconde que esta gran Nación, Venezuela, desde sus primeros días, expresó el deseo de contar con Canarias en el proceso de su desarrollo económico. Así, cuando las heridas de la guerra de independencia eran aún muy recientes, esta república en forja puso su mirada hacia las islas Canarias, donde buscó y halló la comprensión y la colaboración de una población que, no sólo conocía y se adaptaba bien a su geografía, sino que necesitaba de ella para expandirse como pueblo, ya que las hermosas "Peñas Atlánticas también atravesaban uno de sus cíclicos malos momentos". (J. J. Laforet) Vicente Alvarez Pedreira. Canarios en Venezuela)

"Los naturales de las Islas Canarias podían trasladarse a este país con facilidad y grandes ventajas, porque su religión, idioma y laboriosidad, son medios ciertos y honestos y experimentados ya en nuestros fértiles campos". (Vicente Alvarez Pedreira. Canarios de Venezuela).

"El Gobierno de la República insistió en que fuesen del Archipiélago Canario los nuevos hombres cuyo sudor contribuiría a reanimar la vida nacional". (Decreto de 12 de junio de 1831. Priemra regulación oficial de la inmigración que se hace a Venezuela).

"Generalmente el hombre que emigra lo hace siempre con la perspectiva de lograr en esa nueva sociedad lo que en su país de origen no puede alcanzar... Todo hombre alimenta secretamente el sueño o la utopía de una tierra prometida , de un lugar donde sin obstáculos, pueda llegar a ser lo que es o lo que cree ser, desarrollar su identidad cultural sin presiones". (Dr. Rodríguez Campos. La libranza del sudor).

"Ese flujo de gente Isleña a las tierras venezolanas , que se había venido sucediendo sin orden ni concierto en los tiempos azarosos de la Conquista, toma un mayor incremento en las décadas finales del siglo XVII y primeras del siguiente. En 1681, por ejemplo, partía desde Tenerife una expedición de 54 familias con destino a Cumaná, y hacia esta misma ciudad salía otro grupo de 31 familias al año siguiente. Con destino a las costas de Caracas salía otra expedición pobladora en 1683, y hacia Maracaibo, Trinidad y La Guaira se apuntan en esos tiempos diversas emigraciones Canarias... aquella semilla sembrada en Panaquire se diluyó en el tiempo, se machacó en los soles de esa tierra brava, se mezcló con la sangre de otros hombres. Ya no hay Isleños, ni negros, ni indios, sólo los genes floreciendo en los recovecos de la sangre. Queda el nombre y el recuerdo de una historia fundadora, y de una gesta que ayudó a afincar la idea informe de una Patria". (Selim Abou).

Según Rodríguez Campos entre 1830 y 1859 entró en Venezuela un contingente superior a las diez mil personas procedentes de Canarias. Tras la guerra civil española la emigración canaria toma un impulso tan grande que no pudo frenar ni la prohibición ni las graves dificultades legales para emigrar, junto con los medios de transporte vejatorios e inseguros, que costaron la vida a los integrantes de más de una expedición clandestina.

"sin pasaportes ni visas, ni medios económicos para realizar el viaje transoceánico, millares de canarios se arrojaron al mar en pequeñas y anacrónicas embarcaciones rumbo al Suroeste, con la esperanza de arribar a una tierra de promisión y libertad: Venezuela". (Díaz Sicilia.Al Suroeste la libertad).



La dominación canaria (1812)

Entre los siglos XVII y XVIII fue grande la contribución de los isleños en la expansión y consolidación de la economía y sociedad venezolanas. Llegaron con la perspectiva de convertirse en cultivadores de autoconsumo, mercaderes o hacendados de grandes extensiones cacaoteras, cafetaleras o ganaderas. Los oficios y la mercadería (pulperos, bodegueros, arrieros, mercaderes, zapateros, carpinteros, herreros, albañiles, pintores) eran ejercidos por canarios ya que eran considerados ocupaciones innobles para peninsulares y mantuanos. Los privilegios estaban reservados a los blancos peninsulares (oficiales de la corona), los mantuanos criollos y a un reducido número de canarios hacendados. Tras los sucesos de 1810 se crea la Junta Suprema Conservadora de los Derechos de Fernando VII que defiende el poder real. El 19 de abril un golpe de mano depone al Capitán General don Vicente Emparán. El Cabildo caraqueño queda en manos de la oligarquía criolla y su política responde a los intereses de su clase: peninsulares, mantuanos y canarios ricos. Estos intereses eran: libertad de comercio, proscripción de la trata de blancos (no así la esclavitud) y el de restringir el derecho al voto sólo a los grandes propietarios. En un principio los canarios toman partido por el nuevo orden, ya que eran completamente hostiles al poder político y al control monopolista del comercio por parte de los representantes de la Corona. Sin embargo, la posición social de relegados y los intereses económicos de la gran masa de humildes canarios se enfrentaba tanto a la oligarquía criolla como a los comerciantes peninsulares (vascos en su mayoría). Por ello, los canarios de nivel social inferior se unen a las fuerzas contrarrevolucionarias. Los canarios ricos y poderosos continuaron fieles a la Primera República.




Levantamientos tras la independencia

El 5 de julio de 1811 se firma el Acta de la Independencia de Venezuela. Entre el mes de julio de 1811 y comienzos de 1812 se producen varias sublevaciones de canarios contra el Gobierno de la Primera República; la mayoría de estos isleños desafectos son pasados por las armas y otros sufren severas prisiones. Entonces surge la ofensiva realista dirigida por un capitán de navío canario llamado Domingo Monteverde y Rivas. El grueso de sus fuerzas contrarrevolucionarias está integrado por canarios, pardos esclavos libres. Partió desde Coro y reconquistó fácilmente el territorio en manos de los republicanos al firmar el Generalísimo Francisco de Miranda la Capitulación. Conquistado el poder, la primera medida de Monteverde es nombrar como asesores a una serie de paisanos, en su mayoría resentidos y con ansias de revancha hacia los poderosos mantuanos y ricos peninsulares. Algunos, como el eminente médico Antonio Gómez, hijo del ilustrado granadino José Antonio Gómez y de una grancanaria, apoyó en un principio a la Primera República; luego, resentido y con una incontenible sed de venganza, fue el mayor instigador de la represión que ejerció el gobierno de Monteverde en un año terrible (1812), conocido en la historia de Venezuela como "la dominación canaria". Cometieron toda clase de desafueros con los patriotas, sus familias y propiedades. Para la época, Caracas se convertiría en el centro económico y político de la provincia. La Candelaria fue el barrio periférico en el que preferentemente se fueron asentando los isleños desde el último tercio del siglo XVII. Allí edificaron la ermita que le da nombre, más tarde convertida en parroquia y en símbolo de todo lo canario. (Javier Díaz Sicilia)

Emigración canaria a Luisiana


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Luisiana fue el nombre de una gobernación dentro del Virreinato de Nueva España entre 1764 y 1803. Este territorio estaba situado al oeste del río Misisipi. Su principal ciudad era Nueva Orleans.

Este territorio le fue cedido a España tras el Tratado de París (1763) a cambio de la perdida de La Florida (recuperada en 1783) y fue devuelto a Francia en 1803 mediante el Tercer Tratado de San Ildefonso.

Este territorio de 50.000 habitantes sumó 2.140.000 km² al ya extensísimo Imperio Español que alcanzó su cúspide territorial en esta época. Debido a la enormidad del territorio (más de cuatro veces el tamaño de la metropolí) la presencia española y la huella que dejó esta fue escasa centrándose principalmente en Nueva Orleans, sede de la gobernación.


Historia
Exploración española


Antes de que Francia empezara a explorar esta zona y convertirla en su colonia de Nueva Francia los exploradores españoles ya habían explorado el Misisipi (llamado por ellos Río del Espíritu Santo) desde La Florida. Hernando de Soto reclamó la cuenca del Misisipi para España en 1538. En 1541 Francisco Vázquez de Coronado explora las extensas praderas (Grandes Llanos) de este territorio al que llamó Cíbola o Llanos de Cíbola (por la abundancia de cíbolos o bisontes americanos, también, quizás por una deformación del nombre español original se llamó al territorio "Llanos del Cubo") desde México buscando las Siete Ciudades de Oro así como la Gran Quivira y llegando por el norte hasta Uachita y por el este hasta Kansas incluida.


Exploración francesa


Desde 1673 los franceses, desde su colonia de Nueva Francia (actual Quebec, y la Acadia, Canadá), exploran el rio Mississipi y reclaman el territorio para Francia.

Colonización francesa


En 1682 esta región pasa a denominarse Luisiana francesa (la Louisiane Française) y es incorporada a Nueva Francia como un distrito administrativo. Se extiende desde el golfo de México hasta la actual frontera de Canadá.

En 1718 se funda Nueva Orleans que se convertirá en la ciudad más importante del territorio y su capital en 1723.

En 1762 con la Guerra de los Siete Años terminando, Carlos III pide al rey francés que a cambio del apoyo ofrecido por España (apoyo que le costó perder Florida entre 1763 y 1783) le entregue Luisiana. Esto se establece en el Tratado de Fontainebleau. En 1763, por el Tratado de París se cede a Gran Bretaña la Florida Oriental y la Florida Occidental, por parte de España, y Nueva Francia por parte de Francia, salvo Luisiana que será para España.


Colonización española


En 1764 se anuncia formalmente la adquisición de Luisiana por parte de España. En 1766 Antonio de Ulloa empieza a ejercer el cargo de primer gobernador español de Luisiana. En 1768 se produce una rebelión dado que el gobernador no era del agrado de los colonos. Alejandro O'Reilly, el segundo gobernador, la sofoca y establece la ley española, el cabildo y prohibe la esclavitud de los indígenas.

La figura más conocida del periodo español fue Bernardo de Gálvez, nombrado gobernador de Luisiana; él le toco dictar la declaración de guerra de España contra Gran Bretaña el 8 de mayo de 1779. Derrotó a los británicos en Baton Rouge (Bastón Rojo), Natchez, Mobile (Mabila) y Pensacola (Panzacola), y recobró la Florida para España en 1781, reconocida por el Tratado de París (1783). Tiene una estatua en la calle Canal y la ciudad de Galveston se llama así en su honor. En 1788 se fundaba Nueva Madrid a orillas del curso medio del Misisipi, en esa misma época se consolidaba la inmigración de cajuns (o "cadiens") refugiados desde la Acadia y la llegada de inmigrantes canarios llamados "isleños" principalmente a la zona del delta del Misisipi, los "isleños" fueron uno de los nucleos poblacionales de Nueva Iberia, Barataria , Valenzuela, Villa Gálvez (hoy Galveztown que no debe confundirse con la Galveston tejana), Villa Española (hoy Spanish Town) y La Parroquia de San Bernardo , entre otras localidades.

Por otra parte las autoridades españolas promovieron importantes exploraciones que inauguraron rutas comerciales, las más célebres son la de Pedro Vial quien inauguró (siguiendo en parte los recorridos de Vázquez de Coronado dos siglo antes) entre otros el Camino de Santa Fe comunicando a Santa Fe del Yunque con San Luis vinculando de este modo Nuevo México con la Alta Luisiana. Otro importante explorador español fue Manuel Lisa quien partiendo desde San Luis se dirigió al noroeste hacia Montana inaugurando el Camino del Oregón.

También durante la Guerra de Independencia Estadounidense, al apoyar España a los estadounidenses contra los ingleses hubo una breve incorporación de territorios al este del rio Misisipi al norte de la Florida; en la zona entonces llamada "Riscos Chicazas" los españoles fundaron en 1790 el Fuerte de San Fernando de las Barrancas concretamente en el actual asiento de la ciudad de Memphis, y bastante más al sur el Fuerte de Nogales (actual Vicksburg), reclamando España los territorios hoy correspondientes a Alabama, Kentucky, Mississippi y Tennesse, aunque al haber transferido los ingleses durante el ya citado Tratado de París la zona al este del Misisipi a los recién surgidos Estados Unidos, España se vio forzada a retroceder sus reclamaciones territoriales al sur del paralelo 32°N tras el Tratado de San Lorenzo (1795).

Fue durante el gobierno de Esteban Rodríguez Miró cuando se produjeron los dos primeros incendios catastróficos que destruyeron la mitad de Nueva Orleans. Rodríguez aprobó ordenanzas para regular la construcción de edificios y esto dejó el estilo español en la arquitectura de la ciudad, que empezó a contar con arcadas, patios y fuentes, de todo ello quedan huellas notables hoy en día.

También destaca el gobierno del Coronel don Juan Bautista Gemmir y Lleonart, (no confundir con su tio don Joan Gemmir i Lleonart y Fontanills Gobernador de Costa Rica de 1740-1747),y Ayudante de Campo del Gobernador don Esteban Rodríguez Miró, y sucesor de éste durante un breve periodo de tiempo, hasta la llegada del nuevo gobernador, el Barón de Carondelet, en el año 1791.

El gobernador Francisco Luis Héctor barón de Carondelet empezó a gobernar en 1791 y se distinguió como uno de los mejores administradores y urbanistas de la capital. Mandó construir nuevos canales para facilitar el comercio, y se edificaron fuertes para proteger la ciudad de ataques militares. Además se instaló el alumbrado público, se instauraron rondas nocturnas de policías y se publicó el primer periódico de Luisiana.

El único gobernador español sepultado en Nueva Orleans es el general Manuel Luis Gayoso de Lemos, quien ejerció el cargo de 1797 a 1799.

Mientras se había producido la Revolución Francesa y Napoléon Bonaparte quiso recuperar Luisiana. El gobernador que sucedió a Gayoso fue el marqués de Casa Calvo (1799-1801), y el último gobernador español fue Juan Manuel Salcedo, que fue gobernador entre 1801 y 1803. Finalmente mediante la firma del Tratado de San Ildefonso en 1803, por el cual Luisiana fue devuelta a Francia tras la presión ejercida por Napoleón Bonaparte.


Emigración Española a San Antonio de Texas


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San Antonio de Texas



San Antonio es la capital del condado de Bexar en Texas, Estados Unidos. Colonos de las Islas Canarias fundaron San Antonio en 1731.
Sobre su fundación existen datos que apuntan a que el embrión de la ciudad fue una de los tantos pueblos de misión que los misioneros franciscanos construyeron cuando aquellos territorios de Texas y California eran de la corona de España. La misión de San Antonio, en concreto, la fundó el misionero Fray Antonio de Olivares de Moguer, (Huelva - España). El núcleo fundacional fue poblado por un grupo de una veintena de familias canarias, forzadas por la Corona Española a la emigración mediante el "tributo o impuesto de sangre", para el fortalecimiento de los territorios americanos recientemente integrados en la Corona.
La ciudad tiene una población de 1.144.646 habitantes. La ciudad es muy famosa por El Paseo del Río, las misiones españolas, el Hemisfair Tower y El Álamo. Tiene una importante población hispana.
Su población, la mayoría hispanos, constituye un mercado importante para todo tipo de artículos de consumo. Es una de las ciudades más visitadas de Estados Unidos, con alrededor de 20 millones de turistas por año. Es el escenario de algunos cuentos excelentes de O. Henry, en uno de los cuales se hizo alusión a la gran cantidad de puentes que tenía la ciudad para atravesar los numerosos meandros del río:
Las calles serpenteantes, que a menudo no conducían a lugar alguno, dejaban a Curly atónito y confuso. Y un río con más curvas que cien garfios de hurgón atravesaba la población por en medio, y lo franqueaban un centenar de puentecillos tan parecidos que ponían en tensión los nervios del vagabundo (O. Henry)
Esta ciudad está hermanada con Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife, las capitales de las Islas Canarias. En esta ciudad se encuentra la catedral más antigua de los Estados Unidos de América dentro de la cual se encuentra una imagen de la Virgen de Candelaria, como referencia a las familias canarias fundadoras de la ciudad. Ha sido seleccionada como lugar para la realización de muchas películas, como es el caso de Miss Simpatía (Miss Congeniality), con la actriz Sandra Bullock como protagonista.

Emigración Española a Brasil


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Dentro de la historia de la formación étnica y cultural del pueblo brasileño existe un grupo nacional que ha sido y es, en la mayoría de los casos, omitido o tratado de forma sucinta o superficial por la mayor parte de los estudiosos de este tema. Se trata de los españoles que participaron en el poblamiento de algunas zonas del Brasil Colonial (especialmente del Sur) pero sobre todo a los cerca de tres cuartos de millón de españoles que entraron en el país sudamericano desde finales del siglo XIX hasta los años setenta del siglo XX.
Mientras que grupos étnicos como italianos, alemanes, japoneses, árabes o eslavos, fueron objeto de numerosos y amplios estudios, sin olvidar a los portugueses (cuya proximidad cultural les permitió fundirse rápidamente en el ámbito brasileño), no hay noticias de que el colectivo hispano-brasileño haya sido tratado con el mismo interés.
La presencia española en el Brasil colonial
Aunque en número mucho inferior a la posterior corriente inmigratoria de finales del siglo XIX y principios del XX, se tiene constancia que durante la unificación de los reinos de España y Portugal (1580–1640) bastantes españoles, sobre todo soldados y aventureros, penetraron en las regiones disputadas de Paraná, Santa Catarina, São Paulo y en las plazas fortificadas de la costa septentrional amenazadas por holandeses y franceses. El número de españoles parece que fue especialmente notable en la formación de la sociedad paulista del siglo XVII, donde se pueden encontrar varios apellidos de origen español.
Todos estos contingentes hispánicos se integraron rápidamente en la sociedad luso-brasileña en proceso de formación, sin dejar apenas huella de sus peculiaridades culturales. Solamente los colectivos castellanos que se desplazaron por las zonas disputadas de las Pampas de Rio Grande do Sul, dejaron una sensible influencia en la formación del "gaucho" de las estancias riograndenses al mezclarse con los grupos de indios, paulistas, mineiros, fluminenses, nordestinos, portugueses (sobre todo azorianos) y negros que se trasladaron a la región durante el siglo XVIII.
La gran inmigración española
Se calcula que desde la independencia hasta nuestros días, unos 750 mil españoles han entrado en Brasil. Esta cifra representa entre un 12,5% y un 14% del total de extranjeros entrados en Brasil desde su independencia y sitúa a los españoles en el tercer grupo étnico de origen inmigrante más numeroso detrás de portugueses e italianos. Después de los españoles aparecen alemanes y japoneses y a más distancia, polacos, rusos, siro-libaneses, etc.
El colectivo de inmigrantes de origen español estaba entre los que tenían un mayor índice de radicación siendo superado por los japoneses pero por encima de nacionalidades tan importantes como la portuguesa, italiana o alemana. Esto puede ser debido al gran número de familias enteras que viajaban con pasaje subvencionado por el gobierno brasileño y que lo dejaban todo en su España natal para trasladarse a vivir a las plantaciones de café del estado de São Paulo.
La mayor parte de los españoles entraron en Brasil entre 1880 y 1930, siendo el periodo de máxima afluencia el situado entre los años 1905 y 1919, llegando incluso a superar a la entrada de italianos.
La principal zona de destino de los españoles está claro que fue el estado de São Paulo, aunque las cifras porcentuales de su importancia varían según las fuentes entre un 66% y un 78%. El segundo contingente más importante se instaló en Rio de Janeiro, mientras que otros estados como Minas Gerais, Rio Grande do Sul, Paraná, Mato Grosso, Pará y Bahía recibieron grupos menores. Por lo que se refiere a la procedencia de los inmigrantes por regiones españolas y a pesar de la falta casi absoluta de datos, parece ser que la participación gallega fue muy elevada, hasta el punto de que se llegó a utilizar la palabra Galego como sinónimo de español. No obstante, parece que la mayoría de las familias de origen campesino que se trasladaron a las plantaciones de café de São Paulo no procedían de Galicia si no de Andalucía, por lo cual la supremacía gallega en la inmigración a Brasil queda en entredicho a favor de los Andaluces.
Quizás esta percepción de la influencia gallega se debe a que estos se dirigieron en su mayoría a las ciudades y allí pudieron escalar más rápidamente en la escalera social del Brasil urbano que se estaba gestando; mientras que los andaluces se dirigieron a las zonas rurales como empleados en situación de casi-esclavitud y solo más adelante cuando abandonaron las plantaciones y se convirtieron en pequeños propietarios o emigraron a las ciudades pudieron empezar a escalar socialmente.
La integración en la sociedad brasileña
Para intentar discernir el proceso de integración del inmigrante español en la sociedad brasileña hay dos factores muy importantes:
1- Las características sociales y culturales así como las circunstancias de los emigrados.
2- El cambiante contexto económico, social y cultural del país de recepción.
Por lo que se refiere al primer factor, parece que el contingente de inmigrantes españoles estaba, en su mayoría, formado por familias de campesinos pobres que viajaban subvencionados por el gobierno brasileño o del estado de São Paulo y solían instalarse definitivamente.
El perfil del inmigrante español durante el periodo 1908-26 muestra que solo un 17.3% venía sin familia, un 81,4% eran agricultores, solo un 2,2% por eran artesanos u obreros especializados y un 16,3% estaban en la categoría de "varios". Con la lectura de estos datos se puede ver que la inmigración española estaba muy poco diversificada y cualificada y tenía una escasa movilidad ya que al ser subvencionada, los inmigrantes no tenían libertad para decidir donde ir y en que trabajar. De esta manera la gran mayoría de los que entraron en São Paulo fueron directamente llevados a las "fazendas" de café sin tener la oportunidad de formar colonias agrícolas como propietarios, ni de trabajar en empleos urbanos.
El contexto económico y social brasileño que encontraron los españoles fue bastante diferente del que encontraron otros inmigrantes anteriores tales como los italianos, pues la época de las oportunidades correspondió con el auge de la inmigración de estos (1880-1900), mientras que los españoles comenzaron a llegar en cifras importantes entre 1900 y 1920, precisamente para cubrir los puestos de los italianos que habían dejado Brasil o se habían convertido en propietarios agrícolas o trabajadores urbanos. Por otro lado, las nuevas zonas cafetaleras a las que se dirigieron los españoles, cada vez eran menos fértiles, factor que no les permitía generar recursos extra para mejorar su posición económica, hecho que se agravó con la caída continua del precio del café. En general, por lo que se refiere al colectivo de origen español del estado de São Paulo, este se caracterizó, al menos durante el primer tercio del siglo XX; por su escaso éxito económico, su carácter rural, su escasa actividad asociativa y cultural y su rapidísima asimilación en una sociedad ya casi formada por una base luso-brasileña con fuertes influencias italianas.
Uno de los factores que quizás más contribuyó al rápido proceso de asimilación y aculturación de la comunidad de origen español en su tierra de adopción fue, además de la proximidad cultural e idiomática (acentuada por la elevada presencia de gallegos), la facilidad con la que tanto hombres como mujeres se casaron con brasileños: un 64,7% de los hombres y un 47,2% de las mujeres, porcentajes solo superados por los italianos e hispanoamericanos.
La situación de los españoles que se trasladaron a otros estados parece que fue bastante diferente de la de los del estado Paulista, ya que estos se establecieron mayoritariamente en las ciudades y capitales, dedicándose al comercio y al sector servicios fundamentalmente.
La comunidad hispano-brasileña desde la 2ª Guerra Mundial hasta la actualidad
A partir de los años 40 y hasta mediados de los 60 del siglo pasado, la corriente de españoles hacia Brasil tomó un nuevo impulso pero esta vez adoptó características diferentes porque buena parte de los nuevos inmigrantes eran obreros especializados, artesanos, comerciantes o profesionales liberales. Esta nueva inmigración, aunque cuantitativamente poco importante, contribuyó cualitativamente a elevar el nivel económico, social, y cultural de la colonia española que a mediados del siglo XX ya había alcanzado un buena posición y consideración.
A pesar de que las principales colonias españolas se encuentran en São Paulo y Rio de Janeiro, parece que la colonia española (gallega en su inmensa mayoría) más influyente a nivel local está en la capital Bahiana, Salvador, donde representa el mayor grupo de origen extranjero, doblando al portugués que es el segundo. De esta manera se puede comprobar que una buena cantidad de empresas industriales, de servicios, hostelería y comercio, están en manos de personas de ascendencia española.
Conclusión
La población brasileña con algún tipo de ascendencia española asciende en la actualidad a unos 15 millones de personas y representa la tercera comunidad de origen europeo mayor del país, tan solo detrás de portugueses e italianos y por delante de los alemanes.
Esta población, debido a las peculiaridades del grupo inmigrante español y del contexto social y económico en el cual entró en Brasil, no alcanzó rápidamente el éxito económico y social de otros grupos inmigrantes tales como italianos, alemanes o japoneses, pero consiguió integrarse en su nueva patria con una rapidez solo comparable a la de los portugueses.
La rápida aculturación y los pocos rastros de la presencia del colectivo de origen español tal vez se explique por la proximidad cultural, el aportuguesamiento de los apellidos o el resaltado de otros orígenes con mayor reconocimiento social (alemanes, italianos, portugueses...) pero sobre todo por el carácter envolvente de la cultura brasileña, lo que demuestra su fuerza y vitalidad. Es una pena constatar que existan tan pocos estudios en España sobre la inmigración española en Brasil, hecho que debería cambiar lo antes posible ya que entre Brasil y España hay más cosas en común de lo que ellas mismas imaginan.

Emigración Canaria a Uruguay


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El Río de la Plata había sido un territorio escasamente colonizado por España. La obsesión española por evitar el contrabando y la evasión de metales preciosos había conducido a su precario poblamiento. Pero el avance portugués sobre Uruguay con la fundación de la colonia de Sacramento en 1680 llevó a la Corona española a potenciar la emigración de canarios como forma de cumplir el papel de frontera viva frente a la expansión portuguesa.
Fruto de esa política sería el envío de dos expediciones de 25 y 30 familias canarias que, en unión de unas pocas procedentes de Buenos Aires, darían pie a la fundación de Montevideo. Una vez más se trataba de compaginar los intereses de las élites canarias, con la consecución de la posibilidad de comerciar libremente con el Río de la Plata, con la política poblacionista de la Corona. Pobladores a cambio de comercio. Mas los recelos y las presiones llevaron a la inmediata paralización de ese intercambio en 1729. Pudo más en la balanza el miedo al contrabando que ese tráfico ocasionaría y los intereses monopolistas de la burguesía gaditana que la necesidad de impulsar la colonización de un territorio vacío y amenazado como era el uruguayo, por lo que desde ese año cesaron terminantemente las expediciones y con ellas el poblamiento español se vio seriamente afectado.
Los pobladores canarios formaron en Montevideo un ayuntamiento Pero no fueron beneficiados de forma proporcional a su número en el reparto de la propiedad de la tierra. Peninsulares o bonaerenses acaparaban grandes latifundios ganaderos y obstaculizaban la difusión de la pequeña propiedad agrícola.
Desde los primeros años del siglo XIX, un comerciante santacrucero establecido en Arrecife, Francisco Aguilar, fletó una expedición de 200 lanzaroteños rumbo a Montevideo. Con ella comenzó un período de intensa emigración desde Lanzarote y Fuerteventura hacia ese destino, no interrumpida por los avatares bélicos por los que atravesó la naciente República. Una expatriación que fue denunciada por las pésimas condiciones de la travesía y la explotación de los pasajeros que tuvo algunas trágicas consecuencias, como sucedió con la realizada por los hermanos Morales en 1836. Cegados por la codicia y la ignorancia contrataron más plazas que las que podían caber en la nave, por lo que faltaron los víveres y se llegó por el hambre hasta comer carne humana.
Esta emigración se convirtió, pues, en un lucrativo negocio tanto para amplios sectores de las clases dominantes canarias como para ciertos empresarios uruguayos. Tales expediciones fueron monopolizadas por dos poderosos empresarios de Montevideo: Juan María Pérez y Samuel Fisher, que no se limitaban sólo a negociar el transporte de colonos sino que poseían tierras propias a las que ataban a los pasajeros por las deudas del pasaje o las adquirían en ventajosas concesiones al Estado para destinarlas a proyectos de colonización. Una estadística de la época cifra la inmigración canaria al Uruguay entre 1835 y 1845 en torno a las 8.200 personas, lo que constituía un 17% de todos los inmigrantes y el 65% de los españoles. Fue una inmigración que transformó intensamente el interior del país, con un destino preferentemente agrícola. Con el estallido de la Guerra Grande en Uruguay, la situación de los canarios se agravó. Se suprimió la exención del servicio militar y se les obligó a alistarse en la Guardia Nacional a los comprendidos entre los 14 y los 45 años. Se dieron casos de niños de 12 años de edad que figuraron en primera línea de combate.
Entre 1877 y 1900 la emigración hacia el Uruguay continuó, pero no tuvo ya el relieve de la etapa anterior. Se calcula en 5.749 el número de inmigrantes que permanecieron de forma definitiva en la República Oriental. Por otro lado, entre las nuevas arribadas destaca el año crítico de 1878 en el que llegaron 2.951. Los saldos fueron negativos a partir de ese año con la crisis que afectó al Río de la Plata y la quiebra de la Banca Baring Brothers con fuertes inversiones en la región.
Los canarios contribuyeron al desarrollo agrario del país entre 1830 y 1880. Se dedicaron al cultivo de la tierra en los departamentos de Montevideo, San José, Maldonado y Colonia. Pese a ello se ocuparon también en empleos urbanos, como el comercio, o la artesanía, aunque el campo fue su actividad fundamental. En un país en el que la fiebre ganadera lo ocupaba todo, los isleños expandieron la agricultura. Tal influencia alcanzó en las áreas agrarias tales como Canalones, Colonia, San José y Soria, que hoy en día a los habitantes del primero de los distritos se les sigue llamando canarios y por extensión se les denomina a los de la zona agrícola del sur del país y a toda la población rural. Los cereales fueron su cultivo mayoritario, actividad en la que estaban adiestrados los lanzaroteños y majoreros por ser su actividad esencial. Tal especialización convirtió en voz común la expresión de que los uruguayos no sabían plantar sino comer carne y fueron los isleños los que les arrendaron las tierras y comenzaron a cultivar trigo y maíz. Al realizarse la trilla mediante el trabajo colectivo entre los vecinos, nació una costumbre la compañía, nacida de la solidaridad colectiva entre los paisanos. Esa endogamia de grupo no sólo jugó un papel importante en la producción, sino en los casamientos. Las relaciones de convivencia y parentesco entre los canarios permiten su supervivencia como tales, manteniendo vivos los lazos culturales y familiares a través del tiempo en las zonas rurales del país.